Consejos para mantener tu peso ideal tras una dieta

Habéis obtenido el peso que deseáis. Bravo. Pero aún no has acabado. Ahora hace falta mantenerlo. Es, de hecho, lo más difícil. Por otra parte estás tan contento que te has hecho un soberbio regalo, unos téjanos de moda, o varios vestidos con los que soñabas para recompensarte.

En una palabra, hombre o mujer, acabas de renovar tu guardarropa, detalle práctico e importante, pues justifica tu enorme deseo de no fracasar. Es hoy cuando vas a empezar la última fase esencial, que los especialistas en nutrición denominan “estabilización”. Se trata de conservar un peso ideal y no modificarlo. ¿Pero cómo?

La estabilización: una prueba más de voluntad.

En efecto, quedarse delgado es la empresa más delicada. No es por azar que todos los que quieren luchar contra su apetito y su gula, ven fracasar todos sus esfuerzos. ¿Por qué? En primer lugar, porque después de pelearse con ellos mismos, deben también hacerlo contra su deseo.

Actualmente, tener un cuidado dietético es estar en guardia. Sin embargo, los futuros habitantes, no podemos tener indefinidamente una alimentación hipercalórica en grasas y azúcar. Los que son conscientes hoy, serán los que resulten beneficiados mañana.

En segundo lugar, porque tu organismo, habituado desde generaciones a ser ricamente nutrido, no olvida fácilmente. El proceso es comprensible, porque lo has alimentado de forma diferente durante un período más o menos largo y se ha adaptado a este nuevo modo de vida. Hambre y sobriedad se han equilibrado a un nivel más bajo. Pero al mínimo exceso, él se acuerda de que ha sido “otro” y está listo para almacenar todo lo que va a recibir: los alimentos absorbidos, mejor elegidos, permanecen más tiempo en el organismo y se eliminan mejor.

Es su manera de vengarse y sobre todo de reaccionar si le haces sufrir aún más restricciones. Deberás tener mucho cuidado. El principio de una estabilización es simple. Durante un período igual al del régimen (seis meses, un año, dos años…) dejarás de tener a tu alcance los alimentos prohibidos porque engordan, pero podrás consumirlos moderada y progresivamente. No existe un tipo de menú especial. Es ahí donde reside el gran inconveniente: respetar una alimentación razonable día a día. Como ejemplo, he aquí una línea de conducta a seguir, inspirada en la que recomienda el doctor Albert Franqois Creff. Pero eres tú quien debes organizarte y saber como perder peso en función a las sustancias nutritivas de los alimentos.

Deberás tomar con preferencia proteínas (pues aseguran el mantenimiento de los tejidos nobles de tu organismo) y además incluir igualmente en tus menús vitaminas, calcio, y sales minerales. El azúcar, no será necesario, puesto que se encuentra en la mayoría de los alimentos.

  • 1ª semana: alimentación habitual, pero hemos introducido aceite o mantequilla (en cantidad moderada) en los entremeses, la ensalada o para calentar de nuevo un plato.
  • 2ª semana: añadimos de más un plato de patatas (al vapor, en puré) o patatas salteadas.
  • 3ª semana: comida igual a la 2ª semana, más un plato de pastas (con salsa de tomate, gratinadas, o naturales con mantequilla y queso).
  • 4ª semana: comida igual a la 3ª semana más un plato de arroz (la cantidad de materias grasas deberá ser siempre moderada).
  • 5ª semana: comida igual a la de la 4.ª semana, más una pequeña porción de queso al día.
  • 6ª semana: misma comida, más un vaso de vino al día.
  • 7ª semana: misma comida con 100 g de pan o de biscotes.
  • 8ª semana: ya sois libres.

Pero cuidado, sé prudente, no es cuestión de festejarlo con pan, salsas, féculas y azúcares. Tampoco de no tomar tu botella de agua. Para evacuar las toxinas y los restos alimenticios y más particularmente los azúcares refinados o los contenidos en el pan, el vino, el alcohol, las legumbres, las féculas, etc., el organismo necesita agua.

Si de pronto, ahora que le has dado en gran cantidad, le privas de ella, va a programarse de forma que cogerá esta agua de los alimentos que la contengan. Por ejemplo, si comes una manzana, de 100 g que contenga 90 de agua, y no bebes, guardarás esos 90 g de agua, si no los hubieras eliminado bebiendo. Ocurre lo mismo con toda clase de alimentos.

El agua así almacenada contiene una acumulación de grasa para acumularse. Podrás decir:”Todo me sienta bien.” El organismo no bloquea el agua porque tiene demasiada, sino porque no tiene bastante.

Para asegurarte de que sigue la dirección correcta, continúa pesándote una vez por semana.Tu peso debe ser estable. Cuando la aguja de la báscula oscile hacia la derecha ¡alerta! Una variación de 500 g de más es normal, ya que puede explicarse: cansancio nervioso, ciclo mestrual, etc…., entonces en ese caso es pasajero; pero si persiste, se instala y progresa, hace falta efectuar una vuelta atrás y volver a la alimentación de la semana precedente durante la cual el peso era estable.

Reemprende el intento ocho o quince días más tarde por si el peso se estabilizase. Así a continuación, sigue.Pon estos consejos a prueba y verás cómo mantener tu peso ideal tras una dieta no es una tarea tan complicado.

Actualización importante!!

En un centro de investigación de Georgia se atreve a relacionar las quince muertes asociadas con la dieta de proteínas líquidas, al tiempo que los investigadores de allí sugieren un cierto número de posibles causas.

La primera de ellas puede ser la propia inanición, pues 300 calorías al día representaba que muchas de las pacientes recibían menos alimentos que los internados en los campos de concentración más duros.

Todas ellas habían seguido la dieta durante un lapso comprendido entre los dos y los ocho meses, lo bastante, por ejemplo, para que les sobreviniera una grave reducción en su tejido cardíaco. Es notable observar al respecto que la D.A. precisa que los síntomas de todos los casos raramente están asociados con la simple inanición.

Muertes asociadas a la dieta, más allá de la simple casualidad

Otra posibilidad, de la que ya advertía Blackburn cuando propuso por vez primera la dieta para su uso en el hospital, sería cierto tipo de interrupción en el ritmo cardíaco debida a un déficit crónico de electrolitos. Esta es la más citada de las posibles causas fatales en las dietas de proteínas líquidas.

Existen, sin embargo, otras dos que merecen nuestra atención. La primera es que el complemento proteínico contenga alguna sustancia tóxica todavía no identificada que se acumule en el cuerpo durante semanas, es decir, algo que la dieta contenga y que pueda resultar mortal. Puede ser también que a la dieta le falte algo, un elemento esencial de la nutrición que el cuerpo necesite y que hasta la fecha la ciencia no haya sabido descubrir.

Un médico de la Clínica Mayo, muy precavido contra el uso indiscriminado de los complejos vitamínicos, advertía que si se toman píldoras vitamínicas, sólo se ingieren las vitaminas ya descubiertas. Lo mismo podría decirse de las proteínas líquidas, que incluso en sus formas más reforzadas sólo contienen los elementos nutrientes que ya se han descubierto.

En todo caso, la F.D.A. está lo suficientemente preocupada por la racha de fallecimientos asociadas a la dieta de proteínas líquidas como para proponer que todos los productos destinados a la reducción de peso y que los contengan lleven una anotación obligatoria donde se advierta que las dietas proteínicas muy bajas en calorías pueden causar enfermedades graves o incluso la muerte.

Por fortuna, parece que tal tipo de advertencias no se harán necesarias, pues la moda de la dieta de proteínas líquidas está desapareciendo. Desde que la F.D.A. anunciara sus descubrimientos, la venta de proteínas líquidas ha bajado en picado, y parece difícil que se produzca un resurgir de dicha moda.