Cómo curar la diabetes

Para saber cómo curar la diabetes el diabético requiere un tratamiento ade­cuado mediante un análisis previo, por el especialista, de todas sus capacidades metabólicas.

Los hechos más característicos son:

Administración de antibióticos en el comienzo de cual­quier infección por pequeña que sea.
Educación del paciente. En esta enfermedad es fun­damental la cooperación del paciente. Y por ello deberá ser informado sobre las características de su dolencia para que comprenda los beneficios de los principios de la dieta y lo básico de la administración de la insulina. Deberá aprender él mismo a medirse y a reconocer el azúcar de su orina.

Se le enseñará también a medir y a inyectarse la insulina. Se le in­formará sobre la necesidad de controlar el peso corporal. Se le orientará sobre el conocimiento de los síntomas de exceso y de disminución del azúcar sanguíneo (hipoglicemia), y para evitar los peligros de ésta el paciente llevará en todo momento azúcar consigo, de este modo el paciente comprenderá cómo puede curarse la diabetes.

Bases fundamentales sobre cómo curar la diabetes y la dieta:

Proporcionar una cantidad suficiente de calorías para atender las necesidades energéticas de la vida corriente. Para un oficio de mediana actividad se calcula a base de unas 30 ca­lorías por kilo de peso corporal, o sea que, un varón adul­to normal, son necesarias alrededor de 2000 calorías, y 1800 calorías para la mujer.

Deberá contener una cantidad adecuada de proteínas (carnes, pescados): el mínimo protético sigue considerándose entre 1 y 1,2 gramos por kilo de peso corporal, procurándose que exista una proporción correcta de los aminoácidos esen­ciales, entre los cuales se encuentran principalmente la lisina, el triptófano y la metionina.

Los hidratos de carbono (féculas, harinas, frutas) se­rán administrados a razón de 200 a 300 gramos diarios, pro­curando no sobrepasar los 100 gramos en una sola comida, ni darlos en forma de alimentos excesivamente concentrados con un contenido superior al 20 % de hidratos de carbono.

Para remediar la enfermedad de la diabetes  las grasas no han de exceder de los 100 gramos dia­rios, ni ser inferiores a 40. Se prestará atención a la grasa oculta. Las grasas de procedencia vegetal (aceites de oliva) apenas influyen en el aumento de la colesterina sanguínea y por tanto no propenden a producir alteraciones degenerativas de los vasos. Las dietas ricas en hidratos de carbono y pobres en grasas, disminuyen la cantidad de cuerpos cetónicos y ale­jan el peligro de acidosis.)

Es preciso tener en cuenta, al estudiar la dieta, que posea un contenido mineral y vitamínico suficiente para las necesidades corrientes.

La dieta en la enfermedad de un diabetico deberá satisfacer también en cantidad y cali­dad las apetencias y peculiaridades propias de cada enfermo, evitando de este modo las tentaciones inoportunas, las repug­nancias individuales y las intolerancias digestivas.

Para evitar la monotonía de un régimen han sido confeccionadas unas tablas por la Asociación Americana de Diabetes, en las que se implantan dietas de equivalentes donde, en gramos y en medi­das caseras, se indica la cantidad de casi tocios los alimentos que existen en el mercado y que el paciente puede ingerir.

Distribución de las comidas para pacientes diabéticos:

El contenido total de la dieta es conveniente dividirlo en cinco partes, dando una quin­ta parte en el desayuno, dos quintas partes en la comida y las otras dos quintas partes en la cena.

Insulina para curar la diabetes

El descubrimiento de la insulina por Ban­ting y Best ha tenido una importancia extraordinaria para la cura y tratamiento de la enfermedad de la diabetes. Se obtiene del páncreas de los animales, y es el principio o substancia que falta en los diabé­ticos. La insulina está constituida por varios aminoácidos, for­mando un polipéptido que contiene azufre. Se la emplea en inyección subcutánea o intramuscular (por la boca resulta inefi­caz). La dosis de insulina necesaria para suprimir el azúcar de la orina varía individualmente. Se considera como norma de orientación la de emplear una unidad de insulina por cada dos gramos de azúcar en la orina.

La dosis mínima son cinco unidades.

Las unidades de insulina totales que deben adminis­trarse al paciente se fraccionarán en dos veces, dándole la mi­tad media hora antes del desayuno y la otra mitad media hora antes del almuerzo.

En algunos casos gravísimos en los que, a pesar de la insuli­na, la orina de la mañana contiene mucho azúcar, se da insulinatres veces al día, es decir, cada ocho horas. Es conveniente hacer un tratamiento intermitente con descanso de varias se­manas, durante los cuales se aumenta la severidad del régimen.

Si la dosificación de insulina es excesiva, aparece el peligro del descenso brusco del azúcar sanguíneo, que se llama estado hipoglucémico. Durante dicho estado el enfermo tiene la sensación de debilidad, sudor, temblores, llamaradas de calor, palpitaciones y pérdida del conocimiento, y, en los casos graves, inconsciencia absoluta y a veces convulsiones.

Obran como antídotos como remedios para la diabetes en estas circunstancias el beber agua azucarada o la inyección subcutánea de un centímetro cúbico de solución al milésimo de adrenalina.

Hoy en día se emplea de un modo casi sistemático la in­sulina lenta como la más indicada, ya que suele permitir com­pensar a los pacientes con una sola inyección diaria. Además, por el hecho de no contener protamina es menos propensa a dar reacciones de intolerancia. La insulina lenta puede admi­nistrarse a dosis únicas en cantidades muy superiores a las generalmente toleradas de insulinas retardadas (insulina-prota- mina-zinc).

Antidiabéticos por vía bucal.

Modernamente se han introducido en el campo del tratamiento de la diabetes una serie de substancias que resultan eficaces por vía bucal, sobre todo en los enfermos de edad madura o avanzada. Se ha em­pleado la metahexamida, que posee una acción retardada, lo cual permite una toma única por día, pero puede dar lugar a intolerancia del hígado.

La cloropropamida es muy activa y la tolera bien el enfermo. Goza de gran prestigio entre estas dro­gas antibiabéticas por vía bucal la tolbutamida. En general estas substancias tienen el inconveniente de la intolerancia que producen por su composición sulfamídica. Por ello no podrán darse a pacientes con insuficiencia o afección del hígado. Tam­poco resultan eficaces en individuos menores de cuarenta años