Causas de la Tuberculosis pulmonar (tisis).
La tuberculosis pulmonar puede manifestarse de un modo agudo, que podrá determinar la pulmonía tuberculosa muy grave, aunque por fortuna rara; o la bronconeumonía tuberculosa, llamada antiguamente «tisis galopante». Ésta es gravísima, afecta especialmente a los niños, después de haber sufrido el sarampión o la tos ferina. También, en determinadas circunstancias, puede verse en el adulto, en los individuos alcohólicos; o como consecuencia de una anterior afección tuberculosa latente.
Lo usual es que la tuberculosis pulmonar muestre un aspecto crónico. La forma más habitual es la crónica en el adulto, que suele comenzar en la infancia por el llamado «complejo esprimario». En un noventa y cinco por ciento de los casos transcurre sin ser diagnosticada, o diagnosticada como si se tratara de un «simple trastorno digestivo» o de «alteraciones del crecimiento» o de «empacho gástrico febril» o de «catarro banal». Unas veces, este proceso evolutivo de la dolencia se cura definitivamente durante la infancia, pero otras, por el contrario, vuelve a recrudecerse en la edad adulta, determinando la típica tuberculosis común del adulto.
Entonces aparece caracterizada por un comienzo lento, vago estado de cansancio, pérdida del apetito, hemorragias de origen pulmonar (hemoptisis), derrames pleurales, síntomas de irritación pulmonar, tos, y eliminación de esputos, en los que pueden encontrarse los bacilos tuberculosos. La fiebre es una valiosa medida de la evolución de la enfermedad; suele manifestar un aumento discreto, febrícula, y por ella se deducirá la actividad del proceso de la enfermedad.
Al mismo tiempo, el tuberculoso va, de un modo ostensible, perdiendo peso y su anemia es manifiesta a simple vista.