El tratamiento quirúrgico de la diabetes es, por ahora, una ardiente pero insatisfecha aspiración, a pesar de no haber faltado audaces y autorizados intentos cuyos resultados favorables han servido de acicate a los mismos cirujanos que los habían propuesto y llevado a efecto. La diabetes es, en efecto, en la inmensa mayoría de los casos, una enfermedad funcional, una alteración química debida a un agotamiento o a una debilidad congénita o constitucional de los órganos glucorreguladores, sin que exista una lesión anatómica propiamente dicha.
Intervenciones más comunes en el tratamiento quirúrgico.
La intervención quirúrgica tiene razón de ser únicamente en aquellos casos muy poco frecuentes en los que se puede demostrar que el trastorno del metabolismo de los hidratos de carbono se debe a una afección orgánica (de competencia quirúrgica) del páncreas o de cualquier otra glándula de secreción interna que esté relacionada funcionalmente con el páncreas. No obstante, se han propuesto y llevado a la práctica numerosas intervenciones quirúrgicas en el intento de regularizar el metabolismo de los hidratos de carbono, que en la diabetes se presenta alterado.
Se ha intentado una enervación de las cápsulas suprarrenales (por un solo lado o por ambos lados) e incluso la extirpación de la cápsula (hemisuprarrenalectomía), en el intento de frenar, mediante la inhibición de la secreción adrenalínica, la excesiva movilización del glucógeno depositado en el hígado; pero únicamente se ha conseguido aumentar escasamente la tolerancia hacia los hidratos de carbono y reducir temporalmente la glucemia.
Se ha recurrido a la extirpación parcial de la tiroides y de las paratiroides (tiroidectomía parcial y paratiroidectomía), con resultados parciales discutibles y de utilidad limitada.
La intervención más ingeniosa consiste en la ligadura del conducto pancreático de Wirsung, llevado a cabo en el intento de aumentar el número de los islotes de Langerhans en funcionamiento, obteniendo un aumento de la secreción insulínica: las experiencias practicadas en animales han dado buenos resultados, pero esta audaz intervención no parece recomendable en la práctica clínica porque, prescindiendo de la gravedad de la operación en los diabéticos, los tratamientos médicos producen resultados muy superiores a los de cualquier intervención quirúrgica.
Todos los múltiples y audaces experimentos de terapia quirúrgica de la diabetes, aparte de ser muy peligrosos, han dado resultados escasos y dudosos; en cambio, el tratamiento médico, basado en la reeducación gradual y progresiva de los órganos glucorreguladores mediante el tratamiento alimenticio o la asociación dietética-insulínica puede llevar a la curación de la enfermedad o, en cualquier caso, asegurar unas condiciones favorables para la curación que permitan al enfermo reanudar su normal actividad de vida y de trabajo.