Tratamiento de las asfixias

Recordemos que la asfixia se porduce cuando el pulmón encuentra dificultades para la oxigenación y que existen diferentes formas de asfixia.

 

Tratamiento de las asfixias.

Primero: Supresión de la causa.

Es preciso, ante todo, suprimir la causa de la asfixia. Nos interesa mucho hacer hincapié en el caso de las obstrucciones de las vías respiratorias por cuerpos extraños que, si no pueden extraerse rápidamente, será necesario practicar una intervención y proceder a la abertura de la tráquea por debajo de la zona obstruida, la cual dejará las vías respiratorias libres para la entrada de oxígeno.

A esta operación se da el nombre de traqueotomía, especialmente indicada en las asfixias por obliteración de las vías respiratorias superiores.

El afectado —casi siempre se trata de un niño— se colocará estirado en cama. La cabeza, bien extendida, sujeta por un ayudante que no deberá soltarla hasta que esté colocado en el enfermo el tubo de traqueotomía.
Se requiere —para practicar esta operación— gran habilidad y poseer el instrumental adecuado. Consiste el instrumental, en la cánula de traqueotomía del tamaño proporcionado a la edad del paciente. La cánula consta de tres partes: la parte externa consiste en un tubo de plata encorvado, un pabellón oue se une a la parte externa y que lleva dos asas por las que se pasa una cinta que se anuda en el cogote; y por último, la parte interna, que es un tubo, también encorvado, que penetra en la parte externa y que lleva dos orejas para facilitar su aprehensión para extraerla y limpiarla caso que se obstruya con mucosidades.

En casos de urgencia, podrá improvisarse la cánula con un tubo de goma de unos 10 cm de largo, en el que tienen que hacerse dos incisiones de 2 cm, dividiéndolo en dos mitades incompletas, que servirán para anudarlo al cuello.

La incisión se practica en la línea media del cuello por delante de los primeros anillos de la tráquea; o sea, por debajo del cartílago cricoides, que se toma como punto de referencia.

Para la incisión se oprime la tráquea con la mano izquierda entre el pulgar y el índice. Se incide rápidamente procurando mantenerse en la línea media y sin preocuparse de la hemorragia que sufre el enfermo hasta conseguir que se vea la tráquea. Entonces se abre la tráquea con el bisturí, se introduce una pinza cerrada que a continuación se abre lentamente para luego ampliar el orificio, y en éste se introduce la cánula.

Sólo después de esta operación podremos ocuparnos de la hemorragia que sufre el paciente, y que se corta finalmente por medio de un ligero taponamiento con compresas ajustadas.

Segundo: Respiración artificial.

Será practicada inmediatamente en todas las asfixias que van acompañadas del paro de los movimientos respiratorios.

Dentro de los métodos empleados más frecuentemente recordaremos los siguientes:

  • Procedimiento de Sylvester. Debe echarse al paciente “sobre su espalda” y con los brazos separados.
    El “operador” se sitúa detrás de su cabeza. Coge los brazos a nivel de la parte inferior de los antebrazos cerca de las muñecas, y los lleva hacia atrás, hasta la horizontal, en el máximo de separación. Éste es el tiempo inspiratorio.
    Después conduce los brazos encima de la caja torácica comprimiendo fuertemente con los brazos, en la misma, para facilitar la espiración. Es el tiempo espiratorio.
    El movimiento deberá practicarse al ritmo de 5 a 20 respiraciones completas (inspiración y espiración) por minuto.
  • Procedimiento de Schaefer. Es el procedimiento manual de mejores resultados para la respiración artificial: el paciente, echado sobre el vientre, con los brazos estirados y la cabeza ladeada.
    El médico se coloca de rodillas, con una pierna a cada lado del paciente y a nivel de sus muslos. Coloca ambas manos llanas en la base de cada parte torácica por fuera de los músculos de los canales vertebrales, teniendo sus brazos extendidos.
    Entonces deja caer todo su peso, manteniendo sus brazos bien extendidos, sobre eí tórax del paciente, durante dos segundos, permaneciendo en esta postura: es la espiración.
    Cesa entonces de presionar conservando todavía las manos en la base de! tórax: es la inspiración.
    Los movimientos se ejecutan de 15 a 20 por minuto (podemos guiarnos por nuestra propia respiración, que posee un ritmo de este tipo).
    Las ventajas de este método son que facilita la evacuación de las necesidades de la boca e impide la caída de la lengua hacia la faringe. Permite vaciar, por completo, de aire la caja torácica del paciente gracias a la fuerza empleada por el médico. Fuerza que resulta aumentada por el propio peso del médico.
  • Pero, además, para la respiración artificial pueden emplearse métodos o procedimientos mecánicos que se basan, todos ellos, en aparatos que comprimen de un modo mecánico el tórax por el juego de una palanca.

Tercero: Oxigenoterapia.

Tiene como misión oxigenar lo más rápidamente posible la sangre sobre la cual recae el primer efecto de la asfixia. Pueden utilizarse tres vías de administración para proporcionar oxígeno: respiratoria, subcutánea o intravenosa; tiene que indicarse que la verdaderamente práctica, en caso de asfixia accidental, es la realizada por la vía respiratoria, que puede practicarse de los siguientes modos:

  • Administración de oxígeno sin presión. Para ello nos servimos de un balón de oxígeno que por medio de un tubo comunica con una mascarilla; o con una oliva que se aplica en la nariz del enfermo.
  • Administración de oxígeno a hiperpresión. Realiza la oxigenoterapia y produce respiración artificial al mismo tiempo. Consta de un balón neumático que por un lado recibe oxígeno a hiperpresión, y por otro lo manda por medio de un tubo conectado a una máscara aplicada a las vías respiratorias del paciente.

Cuarto: Carbogenoterapia.

Consiste en la administración de una mezcla de un 95% de oxígeno y un 5% de anhídríco carbónico. Este último actúa como estimulante del centro respiratorio.

Quinto: Exsanguinotransfusión.

En las asfixias debidas a intoxicación por gases tóxicos, un medio que puede resultar bastante eficaz —si se aplica en los primeros momentos— consiste en la práctica de una sangría; para eliminar la sangre intoxicada, seguida de una transfusión que sirve para substituir por sangre buena, la que hemos extraído, que estaba intoxicada.