En el año 1922, Carrasco Formiguera, que había estudiado en la Universidad de Harvard, escribió a Macleod solicitándole una cantidad de extracto pancreático para un diabético en situación grave. El 3 de octubre de 1922, el barcelonés Francisco Pons fue el primer diabético europeo que recibió insulina.
Hasta un año más tarde no se empezó a utilizar en el resto de Europa.