La dieta proteica es un régimen draconiano que consiste en absorber 60 g de proteínas animales cada día, bajo forma de caseína de leche (200 calorías por día), más un cóctel de vitaminas, calcio y potasio. Como bebida 2,5 1 de agua al día, pues las proteínas tomadas en grandes dosis son un veneno para los riñones. Este régimen tan sólo puede ser seguido por un tiempo limitado y siempre bajo una estricta vigilancia médica.
La opinión del médico sobre los peligros de la dieta proteica.
Ha sido su uso inconsiderado el que ha matado más de setenta veces en los Estados Unidos. Europa no está al abrigo de estos accidentes.
La causa no es la dieta proteica en sí, sino la mala alimentación que de ella hemos hecho, lo que podría ser peligroso. Al principio las proteínas en polvo no eran utilizadas para adelgazar más, al contrario, eran para los enfermos que no podían alimentarse normalmente.
Al término de la guerra se les daban a los prisioneros hospitalizados. Hace catorce años los profesores Trémolieres y Apfelbaum, idearon utilizar en los hospitales estas proteínas que son energéticas, pero no calóricas (150 a 220 calorías), para regímenes adelgazantes (30 g de proteínas equivalen a 150 g de un bistec de buey) en los casos de obesidades importantes o rebeldes o para los que, habiendo acostumbrado su organismo a un nivel calórico muy bajo durante mucho tiempo, no notan ninguna pérdida de peso.
Preparación de las proteínas de leche.
El modo de preparación de proteínas de leche es el siguiente: en primer lugar se procede al desnatado de la leche de vaca, se coagula la caseína para una fermentación lactosa y se recoge el liquido.
Esto supone una importante filtración, procedimiento que permite retener sobre una membrana las grandes moléculas proteicas, mientras que las pequeñas (lactosa, sales minerales, nitrógeno, no proteico…) franquean la membrana. El concentrado es a continuación desechado y empaquetado.
control estricto y necesita a menudo una hospitalización. Es necesario un balance de salud y análisis, con el fin de evitar y eliminar todas las contraindicaciones: paros cardíacos, infecciones renales, hepáticas, etc.
Queda lo más difícil. Para evitar el volver a engordar, se recomienda establecer un plan de estabilización por un período de tres meses a un año.