La enfermedad de la Obesidad

La obesidad es el aumento patológico de la grasa del cuerpo, lo que causa aumento en el peso por encima de los límites normales. Al mismo tiempo disminuye la fuerza muscular y el cuerpo experimenta mayor fatiga.

Siempre, o por lo menos en algunos casos, resulta difícil establecer la distinción entre un estado de nutrición excelente con abundante desarrollo de grasa, pero dentro de la normalidad, y las formas patológicas de obesidad.

Como norma de orientación bastante aproximada, se considera normal que un individuo pese tantos kilos como centímetros excede de cien su talla. Por ejemplo, la persona que mide metro ochenta debería pesar ochenta kilos; y la que mide metro sesenta y ocho debería pesar sesenta y ocho kilos.

Causas de la enfermedad de la obesidad

Obesidad exógena (obesidad por exceso de alimentación o por sobrealimentación). Es una de las formas más frecuentes de obesidad. Se debe al ingreso excesivo de alimentos, sobre todo en individuos predispuestos, por sus características psíquicas o por su actividad profesional, al sedentarismo.

Es la obesidad que advertimos en las personas flemáticas, en aquellas que se ven obligadas a permanecer encamadas durante mucho tiempo, o en las que realizan muy poco ejercicio. El cebamiento de los animales demuestra la posibilidad de conseguir la obesidad por sobrealimentación.

En dichos individuos el metabolismo basal es normal, pero la cantidad de calorías ingresadas diariamente supera las necesidades corrientes. Se trata especialmente de un consumo excesivo de grasas e hidratos de carbono.

En la práctica, las proteínas —es decir, las carnes y los pescados— influyen de modo esencial. También contribuyen a la obesidad el alcohol, sobre todo ingerido en forma de cerveza, la cual contiene, además del 4 % de alcohol (lo cual representa una gran cantidad de calorías, puesto que un gramo de alcohol suministra siete calorías), cantidades no despreciables de hidratos de carbono. Además, el consumo de bebidas alcohólicas fomenta la pereza, facilitando la obesidad.

Obesidad endógena. Se debe al aumento del almacenamiento de alimentos no por exceso en el ingreso, sino por disminución en la eliminación de residuos metabólicos.

Este tipo de obesidad tiene relación con las alteraciones endocrinas :

  • a)      Sexual: es conocido el aumento de la grasa en la pubertad en las mujeres, en la menopausia, en el embarazo, y después de la menstruación.
  • b)      Hay también una obesidad por enfermedades de la
  • hipófisis.
  • c)      La obesidad tiroidea se origina por la disminución de la actividad del tiroides, pero no deberá confundirse con el mixedema, que a veces suele tener cierto parecido con ella.
  • d)    Obesidad suprarrenal. Es también conocida la posibilidad de que alteraciones en las glándulas suprarrenales originen un tipo especial de obesidad.

En todos los casos de obesidad endógena el metabolismo basal es bap. En la práctica es frecuente que se trate de obesidades mixtas, en las que a la sobrealimentación se añaden ciertas predisposiciones endocrinas.

Obesidad constitucional. Hemos de tener en cuenta que en un 80 % de los individuos el factor hereditario juega papel muy importante. De ahí que hemos de considerar que existe una constitución heredada que predispone a la obesidad y en la que el aumento de peso no mantiene relación con los factores metabólicos corrientes. Tampoco en tales casos se demuestran defectos endocrinos destacados.

Cuadro clínico de la enfermedad de la obesidad.

Prescindiendo de los caracteres que todos conocemos del obeso —o sea: el vientre abultado, el gran desarrollo de las mamas, la presencia de repliegues grasosos en el cuerpo, la abundante papada—, la inspección de los obesos manifiesta que hay entre ellos dos tipos distintos desde el punto de vista clínico:

  1. El “obeso pletórico” que se presenta más frecuentemente en el varón que en la mujer, se caracteriza por tener la piel de un color rojo sano con las mucosas bien irrigadas por la sangre, y los cuales están exentos durante mucho tiempo de trastornos clínicos.
  2. El “obeso anémico flácido” predomina entre las mujeres. Se manifiesta con palidez de la piel, cara de aspecto cansado, tendencia a la apatía y pronunciada sensación de que padece alguna enfermedad.

La persona obesa tiene con frecuencia una musculatura poco desarrollada. Se queja frecuentemente de fatiga. Propensa al cansancio, que, en general, se debe: por un lado, al sobrepeso, y por otro a las causas que ya describimos en el llamado corazón adiposo.

La predisposición del obeso a sudar es debida al grosor de la grasa subcutánea; el calor que el mismo individuo produce en exceso por la ingestión de abundantes cantidades de alimento difícilmente puede irradiarse al ambiente. Esta difícil irradiación explica el aumento de sudoración, así como también la intolerancia frente al aumento de temperatura ambiental.

Es frecuente que el obeso —según hemos indicado— presente un corazón propenso al fallo o a la insuficiencia, lógica consecuencia del exceso de grasa que se acumula en el mismo.

En el aparato respiratorio observamos predisposición a la dificultad respiratoria, motivada por la elevación del diafragma a consecuencia de la gran cantidad de grasa acumulada en el abdomen y a la dificultad respiratoria del propio aparato respiratorio.

Corrientemente, los obesos tienen buen estómago y excelente apetito, aunque a veces tienen tendencia al estreñimiento.

Los obesos están predispuestos a la arterioesclerosis y con frecuencia la obesidad se complica con diabetes y reumatismo deformante.

Tratamiento de la enfermedad de la obesidad.

El tratamiento de la obesidad se basará en el control de !a alimentación y en la regulación del ejercicio. La severidad en la restricción de alimentos depende del grado de la obesidad. En todo tratamiento de adelgazamiento es preciso mantener una vigilancia del estado cardiaco. El peso deberá ser comprobado con regularidad, cada semana, y anotado para establecer las correspondientes deducciones.

En los casos de obesidad moderada se restringirá la dieta a 1500 calorías. Y, además, se tendrán en cuenta los hechos siguientes :

Las grasas deberán ser restringidas al máximo, en total unos 50 gramos por día. Se prohibirán la mantequilla, la nata, la crema, la grasa de la carne. La leche será administrada en pequeñas cantidades.

Las proteínas no deberán restringirse, dándose aproximadamente unos 70 gr por día.

Los hidratos de carbono sufrirán una restricción moderada : alrededor de 150 gr (si la restricción de los hidratos de carbono es muy grande, ello pioduce disminución del azúcar sanguíneo, con estado depresivo que motiva que el paciente rechace la continuación del tratamiento a que ha sido sometido).

Los líquidos no serán restringidos, aunque tampoco empleados inmoderadamente.

Un día de ayuno a la semana es recomendable.

La idea directriz del tratamiento dietético que se basa en las «curas de adelgazamiento» es la disminución gradual de la ingestión de alimentos a condición de respetar las albúminas.

Se trata, por consiguiente, de disminuir los hidratos de carbono y las grasas de los alimentos.

En los casos debidos a trastorno endocrino, el tratamiento deberá completarse con extractos hormonales.

La finalidad de toda cura de adelgazamiento consiste en obligar al organismo a satisfacer parte de sus necesidades energéticas a expensas de sus reservas de grasa, evitando la pérdida de su nitrógeno.

Para comprobar si el tratamiento sigue su curso normal, además de vigilar la disminución del peso del cuerpo —que deberá ser como máximo de 4 kilos por mes—, debe observarse si los enfermos se sienten más ágiles y capaces que antes.

Muchos obesos se someten a una cura de adelgazamiento sin control médico, con lo cual sufren graves repercusiones generales, exponiéndose a peligros cardíacos importantes.

Casi todos los regímenes racionales contra la obesidad, tienden a administrar alimentos que sacien y al mismo tiempo contengan suficientes proteínas. Lo primero, es decir, la sensación de colmar el apetito, se logra mediante la ingestión de “alimentos voluminosos” portadores de hidratos de carbono, pero pobres en calorías, o mediante grasas que en pequeñas cantidades sacian mucho.

Sin embargo, recientemente se tiende a reducir todo residuo de grasa en la alimentación. Entre los alimentos voluminosos apropiados para llenar el estómago, sin favorecer la obesidad, figuran el pan grosero rico en celulosa —como el pan de centeno o el integral—, las verduras preparadas con muy poca grasa o sin ella, y las patatas, que constituyen el elemento principal de algunas curas de desengrasamiento.

Sirven para el mismo fin diversos frutos, si bien exceptuando los muy ricos en azúcar. Para endulzar los alimentos, en estos casos se emplea la sacarina.

En las obesidades de fondo endocrino el médico utilizará diversos preparados hormonales. En este sentido hemos de advertir la ineficacia de los extractos de tiroides tan utilizados hasta hace poco. Actualmente se ha averiguado no sólo su ineficacia sino sus peligros.

Recientemente han sido lanzadas al mercado una serie de especialidades con varios nombres más o menos “fantásticos” y con la indicación “alimentos completos para el control del peso”. Cada preparado contiene la dosis alimenticia para un día, o sea la dieta mínima de proteínas, hidratos de carbono, grasas, vitaminas y minerales para nutrirse y adelgazar.

De todos modos, insistimos, todas las medidas para adelgazar deberán ser llevadas a cabo bajo riguroso control médico.

Al mismo tiempo y mientras lo permita el estado de salud del organismo y el aparato circulatorio, sobre todo, lo tolere, se tanteará la capacidad del trabajo muscular, pero teniendo en cuenta que el ejercicio deberá disminuirse durante la dieta, pero sin que sea suprimido del todo.

El ejercicio físico consistirá principalmente en marchas, algunas por cuestas poco empinadas; deportes ligeros, y gimnasia de habitación (sueca). Además resulta eficaz la activación pasiva de los músculos por medio del amasamiento, que con frecuencia obra de un modo muy favorable.

Los baños de vapor:  Es preciso prevenir contra determinados procedimientos sudoríficos que siempre deben ser aprobados por el médico, especialmente los baños de vapor, muy en boga entre los profanos, ya que significan un sobreesfuerzo notable para el aparato circulatorio, y que por lo demás, pueden ser de resultados contraproducentes.

Además, muchas personas, experimentan tal sensación de fatiga que para “reponerse” comen luego excesivamente.