Cómo influye el carácter permanente de la diabetes en la dieta
Este hecho plantea un doble problema. En primer término, obtener del diabético la convicción de que, a pesar de todo lo negativo que significa, es necesario ajustarse al régimen. En segundo término valorar toda la circunstancia de vida del enfermo, con su implicancia en lo profesional, en lo económico, en la vida de relación, etcétera.
El primer hecho obliga a adecuar la dieta a la psicología de cada diabético que haya que tratar. Es quizás uno de los aspectos más difíciles. Se halla en función de la actitud del enfermo hacia la diabetes y de su diferente modalidad psicológica. No es lo mismo la reacción de un rebelde, de un soslayador o la de un enfermo que coopera lealmente. La reacción va desde el rechazo global del régimen hasta la búsqueda de pretextos para justificar su trasgresión. En consecuencia deberá evitarse cualquier resquicio, previendo todas las circunstancias, y adecuándolas a cada enfermo. El diabético debe saber que no hay alimentos prohibidos sino cantidades medidas, que puede darse cualquier satisfacción gastronómica, asistir a cualquier reunión, fiesta, campamento, excursión, sin privarse del placer de comer a pesar de seguir cumpliendo el tratamiento.
La necesidad de adecuarse a su circunstancia profesional, obliga a veces a tomar los alimentos con horarios o en lugares diferentes de los habituales para la generalidad.
El carácter permanente de la enfermedad implica tener muy en cuenta el hecho económico. La dieta del diabético es cara. Aun en nuestro país, donde las proteínas de origen animal son relativamente baratas, el costo de la alimentación casi duplica a la del no diabético. El factor económico tiene tanta influencia que obliga, a veces, a restringir las proteínas y aumentar los hidratos de carbono, para adaptarse a una posibilidad real de alimentación. En países de América latina con carestía de proteínas de origen animal, es importante su reemplazo por legumbres o mezclas especiales de harina (tipo incaparina) para que la alimentación tenga la doble adecuación biológica y económica.
Por último, el carácter permanente de la diabetes hace que en el enfermo se pueda presentar cualquier enfermedad intercurrente. Landa- bure señala que el diabético es uno de los más interesantes ejemplares de clínica médica. No sólo por sus complicaciones, sino porque se presentan en él los más variados síndromes concomitantes. Desde el punto de vista de la dieta, esto significa la posibilidad de los regímenes más variados: insuficiente o hipercalórico, hiperproteico o hipoproteico, pobre o rico en sodio, hipercelulósico o blando intestinal, etcétera.
En resumen: La dieta será cuantitativa, pesada con balanza, salvo situaciones profesionales culturales o psicológicas en que deberá prescindirse, aunque conservando el carácter cuantitativo. Deberá ser adecuada a la psicología de cada enfermo, con la elasticidad suficiente para que ésta pueda desarrollar todas sus actividades, sin privarlo del placer de comer.
Deberá ser adecuada a la situación económica de cada enfermo y a la disponibilidad regional de alimentos.