Toda diabetes representa un estado de hipoinsulinemia, sea absoluta (por insuficiencia pancreática) o relativa (por factores de contrarregulación). Pero el tratamiento consiste, esencialmente, en compensar esa deficiencia sobre todo para sobrellevar la carga metabólica normal, que deriva de las gestiones dietéticas y de la situación biológica que se vive. Esta situación resume dos objetivos que sintetizan el ideal terapéutico:
- Disminuir las necesidades orgánicas de insulina.
- Aumentar la cantidad de insulina circulante en la sangre.
En algunos casos, el tratamiento se resuelve con la dieta del enfermo para su limitado abastecimiento de insulina endógena; pero en otros, la producción propia de insulina es tan escasa que no puede metabolizar ni aun una dieta adecuada: en estas circunstancias debe recurrir se a la administración de hipoglucemiantes bucales o a la inyección de insulina exógena para cubrir las necesidades orgánicas.
Se constituyen así tres tipos fundamentales de tratamientos:
- Los que sólo comportan indicaciones dietéticas.
- Los que exigen además de la dieta la administración de hipoglucemiantes por vía bucal.
- Los que suman a la prescripción dietética la administración de insulina por inyección.
Finalidades del tratamiento de la diabetes
El tratamiento correcto de la diabetes debe tender a la obtención de un mínimo de resultados que constituyen en sí el objeto del mismo.
Estos son los siguientes:
Desde el punto de vista fisiológico.
- Eliminar las causas que lesionan los islotes de Langerhans; ponerlos en reposo funcional y favorecer su regeneración.
- Mantener la orina libre de glucosa y disminuir la glucemia a nivel normal.
Desde el punto de vista del estado general físico y psíquico.
- Mantener un buen estado de nutrición del enfermo; esto significa obtener la normalización del peso corporal y del balance metabólico y del medio interno, liberar al paciente de sensaciones anormales (hambre, sed, etc.), posibilitándole el desarrollo de sus tareas psicofísicas normales.
- Evitar, retardar o disminuir las probabilidades del establecimiento de lesiones degenerativas así como detener su evolución, si ya están constituidas.
Desde el punto de vista personal del paciente.
- Educarlo para el logro de un buen «control» terapéutico, dentro de una razonable adaptación psicológica, que posibilite una existencia normal.
Por desgracia, la finalidad de obtener una completa restitución orgánica en la inmensa mayoría de los casos, no es alcanzable, y es así que el médico se ve obligado a tomar como meta de su cuidado inteligente, conseguir para su enfermo, con el menor sufrimiento la prolongación de la vida en buena salud física y mental.
Para lograr estos objetivos, debe aprender a manejar las medidas terapéuticas que pudiendo impedir el progreso de la enfermedad y la presentación de complicaciones, no interfieran demasiado, cambien o perturben la vida del diabético a su cargo, en lo que se refiere a sus hábitos, deseos, temperamento, cambios ambientales, etcétera.