El médico determina en el enfermo una reacción ambivalente, que debe tenerse en cuenta.
Por una parte, existe una reacción positiva: pone orden en la enfermedad. Es innegable el aumento de prestigio del médico ante el éxito espectacular que obtiene al tratar un coma, una acidosis, una hipoglucemia.
Por la otra, está la acción negativa que significa el utilizar una terapéutica que determina en el enfermo una reacción de agresividad.
Esto obliga al médico al uso correcto de los elementos psicológicos. Simultáneamente, debe evitar caer en un psicologismo y descuidar el aspecto somático. Es necesario tratar la microangiopatía y la angustia, y no la microangiopatía o la angustia.
Funciones del médico con enfermos diabéticos.
Frente a los problemas psicológicos de su enfermo, el diabetólogo tiene una triple función:
- El médico es educador: El médico, integrando un equipo, es siempre un educador, tanto a nivel individual cuanto a nivel de grupos pequeños.
- El médico es factor de orientación: Debe discutir con el enfermo la totalidad de su esquema vital: sea de los aspectos culturales como profesionales o familiares.
- Debe tratar de convertir al rebelde o al soslayado en un enfermo que coopere.
- El médico es un elemento de apoyo: Representa muchas veces el único elemento de estabilidad emocional en un medio cargado de situaciones conflictuales. Por eso deberá imprimir a sus relaciones con el enfermo una autoridad sin paternalismo, una fácil comunicación sin burocracia y un sentido del humor sin sarcasmo.
En resumen:
El enfermo exige a su médico:
- Máxima capacitación técnica.
- Máxima elasticidad mental.
- Idoneidad para poder dialogar respecto de su circunstancia vital.
El médico exige a su enfermo:
- Disponibilidad para ser educado y cooperación activa.
- Responsabilidad para afrontar su enfermedad y no la utilización de la misma como elemento escapista.