Muchas son las substancias propuestas como fármacos antidiabéticos, pero muy pocas son las que han resistido al control de la clínica. Recordemos los preparados guanidínicos (el más importante de los cuales es la sintalina), la ergotamina, el azufre, la colina, la acetilcolina, los extractos hepáticos, ováricos o testiculares, la vitamina Bi, la vitamina C y la vitamina E, que han demostrado cierto influjo sobre la glucemia y sobre la glucosuria y una moderada acción estimulante sobre la secreción insulínica del páncreas, pero ninguno de ellos ha aportado una contribución práctica importante.
Nuevos fármacos antidiabéticos
Un valor muy superior han demostrado, en cambio, algunos fármacos recientemente descubiertos, que se conocen comúnmente con el nombre de antidiabéticos orales o hipoglucemiantes orales: fueron descubiertos casualmente hace algo más de diez años y, perfeccionados posteriormente, han acabado afirmándose definitivamente, hasta el extremo de que actualmente pueden ser considerado como auténticos sucedáneos o competidores de la insulina.
Se trata de derivados de antiguas sulfamidas que, con pequeñas variaciones, presentan una base común de substancias químicas: son la tolbutamida, la carbutamida, la clorpropamida, la metahexamida, la fenformina, el glucobutiazol, la metilbiguanidina y otras agrupables en las dos categorías químicas de las sulfonilureas y de los fenetilbiguanidínicos. Estas substancias se encuentran en el mercado bajo distintas denominaciones y se administran por vía oral, en comprimidos de 0,40 ó 0,50 gramos.
La eficacia y la innocuidad de estos antidiabéticos orales ha sido demostrada por repetidos experimentos en animales y actualmente está confirmada totalmente por varios años de experiencia clínica directa: los más activos y menos tóxicos de ellos y por consiguiente los más importantes para el tratamiento terapéutico de la diabetes son la tolbutamida y la dimetilbiguanidina.
Sobre el mecanismo de acción de estos fármacos no existe una unanimidad absoluta de puntos de vista. Sabemos que producen un descenso de la glucemia y que, por consiguiente, reducen o hacen desaparecer la glucosuria, regularizando el metabolismo de los hidratos de carbono, alterado por la enfermedad; pero todavía no se ha aclarado si obtienen este efecto estimulando la secreción de insulina o bien promoviendo la glucolisis. En realidad, si bien la eficacia práctica de estos antidiabéticos orales ha sido demostrada con toda seguridad, su mecanismo de acción es todavía objeto de estudio.