El tratamiento de la diabetes sólo podrá resultar satisfactorio, cuando en su prescripción se considere una serie de factores influyentes en el tratamiento que le dan el carácter de particular para cada individuo.
Factores influyentes en el tratamiento de la diabetes:
- Forma clínica y momento evolutivo de la enfermedad.
- Situación o momento biológico del paciente.
- Existencia o ausencia de síndromes fisiopatológicos concomitantes o preexistentes que actúan a manera de complicaciones.
- Situación económica y social del sujeto: tipo de trabajo, costumbres, lugar de residencia, características psicológicas, grado de cultura, etcétera.
Forma clínica y momento evolutivo de la enfermedad.
La revisión de las diferentes formas clínicas, permitirá ubicar al paciente en uno de los grupos señalados sobre la base de su edad, de la evolución del peso corporal, de la existencia de complicaciones degenerativas y de los datos aportados por el laboratorio (glucosuria, glucemia, etc.).
Los adultos obesos o con peso normal y poca sintomatología funcional harán sospechar la existencia de diabetes leve o moderada y estable, que en gran mayoría de los casos puede regularse bien sólo con la dieta o con hipoglucemiantes. En contraposición, los adultos que han adelgazado, los niños, los que presentan complicaciones agudas, etc., hacen pensar que el trastorno metabólico corresponde a una forma clínica grave, que sólo podrá corregirse uniendo a la prescripción dietética, la de la insulina.
Como en el curso evolutivo una forma clínica puede transformarse en otra (sea en el sentido de la mejoría o de agravamiento): en esos casos será menester modificar el tratamiento en igual sentido.
Situación o momento biológico del paciente.
La situación biológica comporta la valorización:
- De un factor tiempo en relación con la vida, que puede significar disociación de la coincidencia fisiológica entre el tiempo interno o biorrítmico y el externo o sideral.
- De un conjunto de características morfológicas, estructurales, químicas, y funcionales del individuo, que le impone necesidades alimentarias, psicofísicas, señales, ambientales, etc., que le son particulares.
Pueden distinguirse tres periodos:
- De evolución, que se extiende por 18-20 años y en el que predomina crecimiento, la diferenciación y el anabolismo. La mayoría de los diabéticos, en este período, necesitarán de la dieta y de la insulina por excepción de los hipoglucemiantes.
- De madurez, que va de los 20 a los 60 años y que significa un mayor equilibrio metabólico, estructural, endocrino y la tendencia a conservar la constancia del medio interno tanto en períodos de salud como en los de enfermedad. En esta época de la vida se encuentran la mayoría de las formas intermedias de diabetes, que en forma variable requieren en la dieta de hipoglucemiantes, o de la insulina para su regulación.
Este período, el más largo, significa soportar multitud de agresiones de todo orden y vivir momentos biológicos particulares (embarazos, por ejemplo) que transitoria o definitivamente agravan la afección. - De vejez o senectud, lo cual significa la involución del individuo en conjunto. La mayoría de los diabéticos aquí ubicados serán tributarios sólo de la dietoterapia.
Existencia o ausencia de complicaciones.
Por lo crónico de la afección puede haber intercurrencias agregadas que modifican el tratamiento. Por lo general, interfieren en el sentido de la agravación y en esos momentos pueden hacerse tributarios de la insulinoterapia, enfermos que nunca habían necesitado de la insulina (infectados quirúrgicos, etc.).
También existen lesiones especificas de la enfermedad que modifican el tratamiento:
- Agudas: la acidosis y el coma toman indispensable el uso de la insulina y de múltiples medidas agregadas.
- Crónicas: lesiones degenerativas cardiovasculorre- nales. Por su importancia pronóstica pueden transformar una diabetes leve en una situación grave; sin embargo, en sí mismas, por lo general no aumentan las necesidades o hacen menester la insulina, antes bien, suelen coincidir con una disminución de los requerimientos.
Medios con que se cuenta para cumplir los objetivos terapéuticos.
El tratamiento de la diabetes descansa sobre varios puntos fundamentales:
- La dieta: que debe prescribirse para todos los diabéticos, sin excepción. Sólo con ella, muchos diabéticos evolucionan bien, y sin ésta, es imposible una buena regulación.
- Los hipoglucemiantes por vía bucal: junto a la dieta resultan útiles a elevado número de enfermos en quienes permiten ampliar el régimen y obtener una buena regulación. Son sus tributarios los diabéticos “estables”.
- La insulina: para los que no puedan regularse con dieta e hipoglucemiantes en forma adecuada. Tiene indicaciones precisas, y una dosis mínima útil para cada caso; nunca se aplicará en exceso para «cubrir» trasgresiones alimentarias.
- El ejercicio: si se hace en forma adecuada, brinda al diabético las ventajas de una actividad física ordenada, y contribuye al consumo periférico de la glucosa.
- La educación del paciente: que debe enseñarle a establecer un equilibrio perfecto entre los primeros elementos terapéuticos.
Lo que significa como necesidad ineludible, la adquisición de un mínimo de conocimientos acerca de cómo cumplir con la dieta, con la administración de hipoglucemiantes, con la insulinoterapia y con la regulación de la actividad física.
En esta lucha por la salud, el médico es el consejero, el guía, el maestro, pero la responsabilidad del cumplimiento de las medidas terapéuticas, día tras día, corresponde por entero al enfermo: «no es el médico sino el enfermo el que trata su diabetes». Si el enfermo toma conciencia de la cooperación que debe a su médico, tanta es la seguridad —y precisión— con que pueden afirmarse los beneficios de los modernos procedimientos terapéuticos, que no es erróneo señalar que las defunciones atribuidas hoy a esta enfermedad, indican descuido.