Concepto de cirrosis del higado.
Se trata de procesos de curso crónico que afectan al hígado de un modo difuso y que se caracterizan por la degeneración y muerte de las células, con intentos parciales de regeneración, y producción abundante de tejido conjuntivo de restitución.
Formas clínicas.
Una de las clasificaciones más aceptadas comprende tres tipos fundamentales de cirrosis:
- Cirrosis atrófica de Laennec.
- Cirrosis posthepatítica.
- Cirrosis biliares.
Cirrosis atrófica de Laennec.
Es la forma más frecuente de la cirrosis, que consiste en una degeneración inflamatoria crónica y progresiva con atrofia —y esto es lo característico— de las células nobles del hígado. Hay una reacción inflamatoria del tejido conjuntivo y producción de nuevas células de regeneración, pero todo ello entraña una desorganización de la estructura del hígado con tendencia a la retracción, que produce una disminución del tamaño de la víscera (atrofia).
La causa más frecuente es el alcoholismo. El abuso del alcohol, junto con una nutrición deficiente, determinará la degeneración grasa del hígado, que en su fase final dará lugar a esta cirrosis.
En una tercera parte de los casos, la enfermedad evoluciona sin producir manifestaciones. Al principio los síntomas son vagos: alteraciones en la digestión; sensación de plenitud en el estómago; náuseas; inapetencia. Es frecuente que presenten hemorragias por la boca, consecuencia de varices del esófago, y hemorragias por el recto, éstas como consecuencia del estancamiento de la sangre en la vena porta, lo cual provoca la aparición de hemorroides sangrantes.
Es precoz la distensión del vientre por la presencia de gases intestinales, al principio; y posteriormente, por acumulación del líquido dentro del peritoneo (ascitis).
Después de puncionar el líquido ascítico y vaciarlo, el médico, al palpar el hígado, nota su pequeño tamaño y su gran dureza.
Otros datos que favorecen el diagnóstico son los que dependen de la demostración del déficit en las funciones del hígado: prueba de la galactosa positiva; disminución de las proteínas del plasma, con aumento relativo de las globulinas; prueba del rosa de bengala positiva, etcétera.
Estos pacientes con frecuencia fallecen por afecciones diversas: pulmonía, tuberculosis, o por una hemorragia abundante procedente de las varices del esófago.
No es raro que sobre una cirrosis se desarrolle un cáncer del hígado.
La duración media de la enfermedad, desde el comienzo de los síntomas, es de uno a tres años. Tratados aquéllos adecuadamente, pueden llegar a vivir mis de cinco años.
El tratamiento se basará en combatir las infecciones que hayan podido originar la enfermedad, puesto que además del alcohol, también diversas infecciones crónicas pueden producirla, como son la tuberculosis, el paludismo, la sífilis o la fiebre de Malta.
Al mismo tiempo que se tratan estas infecciones se procurará que eviten el alcohol y los tóxicos medicamentosos. Se hará una protección hepática con preparados a base de glucosa, metionina, extractos de hígado, etcétera.
El régimen deberá ser rico en proteínas, azúcares y vitaminas; y pobre en grasas y en especias.
Cirrosis posthepatítica.
Se le llama también atrofia amarilla crónica. Abunda en países poco afectados por el alcoholismo y suele ser consecuencia o complicación de las inflamaciones del hígado debidas a virus. Afecta preferentemente a las mujeres jóvenes.
Generalmente comienza por síntomas de hepatitis sin ictericia, aunque a veces puede empezar con ésta. En el primer caso los síntomas son de malestar general, pérdida del apet’to, náuseas, vómitos, pérdida de peso y después de varias semanas o meses aparece la ictericia en un 95 % de los casos, con aumento de la bilirrubina de la sangre, escozor en la piel y disminución del color de las heces. Por lo común se produce gran derrame de líquido ascítico.
El tratamiento es semejante al de la cirrosis de Laennec.
Cirrosis biliares.
Es una forma poco frecuente que puede deberse a procesos inflamatorios de las vías biliares, o bien a procesos tóxicos o infecciones (víricos).
Acostumbra iniciarse por un escozor rebelde en todo el cuerpo junto con la aparición en la piel de unos pequeños abultamientos amarillos, especialmente en las zonas próximas a los ojos (xantelasmas perioculares). El color de la piel se modifica, apareciendo una ictericia de un tinte característico verdoso. El hígado y el bazo aumentan de tamaño y las pruebas de laboratorio demuestran gran aumento de las proteínas de la sangre, especialmente de las globulinas beta y gamma. Y un aumento discreto de la bilirrubina sanguínea.
Más frecuentes que dicha cirrosis (que podríamos llamar primitiva, debida en la mayoría de los casos a virus), son las cirrosis biliares llamadas secundarias, que se producen en mujeres de más de 45 años y cuya causa es la obstrucción prolongada de las vías biliares (cálculos biliares enclavados, estrecheces inflamatorias o tumorales).
Empieza generalmente por dolores intensos de tipo cólico. A veces acompañados de fiebre con incrementos y descensos intercalados. Hay escozor en la piel, y la orina está muy teñida por pigmentos biliares (coluna), y las heces, decoloradas. El hígado aumenta de tamaño, y en las fases más avanzadas se produce derrame de líquido ascítico.
El tratamiento de estas formas requiere a menudo la operación quirúrgica para restablecer el flujo biliar, evitando así la atrofia del hígado.