Los cambios del ritmo de sueño pueden deberse a trabajos que por la forma de ser realizados por nosotros, nos impiden mantener un ritmo de sueño normal. Los cambios bruscos y forzados son muchas veces causa clarísima de insomnio como también lo es la misma naturaleza del trabajo.
El trabajo, causa de los cambios del ritmo de sueño
Un trabajo intelectual mantenido sin una cuidada compensación de esfuerzo físico, puede provocar la dificultad de dormir. Si el trabajo físico es causa de un buen dormir y, si no lo creemos no tenemos más que preguntar al primer campesino que nos encontremos, el trabajo intelectual predispone al insomnio. Lo mismo puede decirse de todos aquellos trabajos que suponen responsabilidad y preocupaciones. El famoso ejecutivo es un blanco perfecto del insomnio y ya es estereotipada la imagen de la persona profesional mente muy activa que tienen grandes responsabilidades y desarrolla una actividad intelectual, tomando somníferos antes de dormir.
A diario sufrimos reveses y disgustos y experimentamos la angustia o el dolor moral de sentirnos indefensos ante injusticias o ante catástrofes personales. Es algo muy común sentir emociones fuertes con frecuencia y tener preocupaciones como las que se experimentan ante un examen -y no sólo del examen del estudiante, porque nos pasamos la vida examinándonos -ante una operación quirúrgica o ante un viaje importante. Es de todos los días, para mucha gente, el padecer ansiedad o temor ansioso ante algo que esperamos que ocurra y no sabemos cuál será el resultado y no hablemos ya de las preocupaciones económicas y de las frustraciones sentimentales o sexuales.
Cualquiera diría que el panorama presentado es excesivo alejado de la realidad, pero si los lectores se olvidan del sonido demasiado fuerte de las palabras empleadas en el párrafo recién leído y piensan directamente en lo que significan, reconocerán en esos significados muchos trozos y modos de sentir su vida cotidiana.
El resultado de todo ello es más de una noche con el sueño ligero o la dificultad en el dormir y hasta noches pasadas completamente en blanco, dando vueltas y pensando en la solución a nuestros problemas o sintiendo la preocupación agarrada a nuestro interior sin que podamos hacer nada por echarla fuera para que nos deje dormir en paz.
Y todo eso cuando somos conscientes de lo que nos preocupa y no nos deja dormir. Más grave es el caso, bastante frecuente, del no saber qué nos ocurre y qué nos impide dormir con tranquilidad. A menudo, todas esas tensiones, conflictos o penas, se asientan en nosotros sin que lo advirtamos, a un nivel no consciente. Entonces, no conseguimos descansar con sueño o nos despertamos sobresaltados en mitad de la noche con la sensación angustiosa de que algo nos amenaza o con la idea poco clara que necesitamos algo que no tenemos.
Unas veces podemos volver a dormir y en otras dejamos de hacerlo para pasar a un estado de duermevela característico de la ansiedad, inquietos y desconocedores de su causa hasta que el despertador nos indica que ha llegado la hora de levantarnos. Y, cuando todo esto nos sucede, no acertamos a comprender el por qué de nuestra quebrantada situación. Sin embargo, ésta no es más que un estado de ansiedad del que desconocemos el motivo profundo, pero que desde luego tiene una importancia vital para nosotros.
Una depresión motivada por causas desconocidas puede ser también el contexto en el que se presenta el insomnio. La persona deprimida desconoce las causas, pero sufre las consecuencias.
En realidad hay una causa que sólo un examen profundo permite conocer. Siempre hay algo en nuestra vida, un conflicto en nuestras relaciones sociales, una necesidad insatisfecha de afecto o la falta de relaciones sexuales. Algo que no funciona y que nos desequilibra. Ya no se trata de un mal trago pasajero sino de algo más profundo que ha ido minando nuestro equilibrio psicológico sin que apenas nos demos cuenta.
Puede ser la vivencia de nuestro trabajo o de nuestras relaciones como un fracaso. Esa impresión produce un sentimiento oculto de frustración y de impotencia para llevar a cabo una actividad satisfactoria y entonces intentamos cubrirla con un esfuerzo mayor ante el temor al fracaso. Actuamos y vivimos en mayor tensión aún, con lo que nos fatigamos más y nos desilusionamos antes. De esta forma se cierra un círculo vicioso cuyos efectos negativos se dejan sentir sobre el dormir que es un termómetro muy sensible de nuestra temperatura psicológica.
Para evitar las consecuencias hay que ir a corregir a las causas y éstas sólo podemos conocerlas nosotros. En éste tipo de insomnios, los más frecuentes y dramáticos, la solución depende más que nunca del propio individuo y está comprometida con toda su personalidad, su mundo de experiencias y su voluntad de mejorar.