Fiebre botonosa

La fiebre botonosa

Enfermedad que se desarrolla preferentemente en los países mediterráneos, producida por un germen cuyas particularida­des le sitúan en un lugar intermedio entre los virus filtrables y las bacterias: la “rickttesia conori“. Es transmitida por las ga­rrapatas del perro.

Este parásito produce, en el lugar de la picadura, una man­cha negra, llamada chancro de inoculación. Al cabo de una se­mana comienzan los síntomas generales: fiebre elevada y dolores difusos, con aspecto similar al de la gripe. Pero lo característico sucede al cuarto día: aparece una erupción en for­ma de pequeños granitos (botones) rojizo-violáceos que pre­dominan, sobre todo, en las extremidades inferiores y que des­pués se extienden por todo el cuerpo.

En el estado mental suele experimentarse depresión, quietis­mo, estupor, con lo que adquiere unas características parecidas al tifus. De ahí el nombre que también se da a la enfermedad, de tifus benigno de verano.

En el tratamiento hemos de subrayar los brillantes resul­tados obtenidos con la aureomicina, terramicina y cloramfenicol. La cortisona puede emplearse en los casos de carácter grave.

La fiebre eruptiva de Fiessinger es una enfermedad infec­ciosa aguda, probablemente debida a un virus de carácter be­nigno. Síntomas principales son la erupción de pequeños gra­nitos rojizos que tienden a eliminar un exudado, ¡unto con la inflamación de las mucosas de la boca, ojos, ano y vulva. Estas alteraciones de piel y mucosas van acompañadas de síntomas ue inflamación de las vías respiratorias, que pueden provocar incluso el desarrollo de una pulmonía, con fiebre alta.

Se trata de una enfermedad benigna, cuyo único peligro —por fortuna raro— es que provoque la conjuntivitis, que puede dar lugar a supuraciones del ojo.

Por ser una enfermedad vírica, el tratamiento deberá ser sintomático, y si acaso ensayar la xenalamina y los bioflavonoides.