Éste es un tema sobre el que podría escribirse un volumen entero dada su importancia y la multiplicidad de lesiones que podrían mencionarse. Creemos lo más oportuno hablar de los primeros auxilios que deben prestarse a una persona que haya sufrido alguna fractura.
Ante todo conviene proceder con método, teniendo en cuenta los puntos más importantes.
Primeros auxilios ante fracturas:
Primero:
Es necesario, ante un individuo del cual suponemos haya sufrido una fractura —es decir, un hueso roto— manejarlo con mucho cuidado, para no agravar, con movimientos intempestivos, las lesiones que pueda tener.
Segundo:
Se interrogará al paciente, o a quienes le acompañen, para enterarnos bien de cómo ocurrió la caída. De ello podrá deducirse un diagnóstico de probabilidad.
Tercero:
Bajo este concepto informativo, debemos manejar los miembros, probablemente fracturados, para proceder a su inmovilización provisional, que tiene que ajustarse a los consejos siguientes:
- Brazo: en las fracturas del brazo se cogerá con una mano la parte del antebrazo próxima al codo, y se tirará hacia abajo en la dirección del húmero, mientras que con la otra se sujetará simplemente la muñeca.
- Antebrazo: en las fracturas del antebrazo, una mano cogerá el codo del lesionado, tirando hacia atrás, y otra, la muñeca, tirando hacia delante.
- Fémur: las fracturas del muslo (es decir, del hueso del muslo), el fémur, siempre es mejor manejarlos entre tres personas.
Si se supone que la fractura es alta o de su parte media, mientras uno de los auxiliares coge el miembro de su raíz, tirando hacia arriba, otro tracciona del pie en sentido distal; y el tercero lo coge sin que los demás aflojen en sus respectivas tracciones, y lo coloca sobre una manta, o sobre la camilla improvisada. - Rodilla, tobillo: en las fracturas próximas a las articulaciones (rodilla, tobillo) es preciso proceder con gran prudencia, pues el fragmento próximo a la juntura, debido a la contracción defensiva de los músculos, forma un todo solidario con el otro extremo que forma la articulación. Al intentar movilizar esta juntura se produce un movimiento, no en ella sino en el foco de fractura, lo que puede resultar sumamente perjudicial para el lesionado. Por ello es mejor que siempre se suponga la existencia de tales fracturas. No se intente modificar la posición de las junturas próximas, precédase a la inmovilización provisional, en la misma posición en que se encontró el accidentado.
Cuarto:
Es preciso entonces efectuar la “inmovilización provisional”, para lo cual, si nos hallamos en un medio no quirúrgico (o sea: en el campo, en una calle o en su domicilio particular), será preciso recurrir a métodos de inmovilización improvisada.
La inmovilización se basará en la siguiente fórmula: “Fijar el miembro superior al tronco y el miembro inferior a su compañero”. O sea, cuando se supone una fractura del brazo, éste será inmovilizado ¡unto al tronco. Pero cuando se cree en una fractura de la pierna se inmovilizará vendándola ¡unto con la otra pierna, aunque en algunos casos, por ejemplo una rotura incompleta de la pierna, puede bastar con la inmovilización exclusiva de ella.
La inmovilización puede obtenerse mediante: bastones bien almohadillados; pañuelos, sábanas, mantas reforzadas con trozos de madera, trozos de cartón, etcétera.
Una forma de inmovilización provisional, muy efectiva y nunca peligrosa, es arrollar el miembro supuestamente fracturado con un buen pan de algodón, de unos ó cm de grueso, y después ir aplicando vendas hasta que la almohadilla formada por el algodón adquiera una consistencia semirrígida. Este tipo de inmovilización del lesionado, es sumamente beneficiosa y además no interfiere la circulación del miembro, con lo cual se aleja el peligro de gangrena por falta de circulación.
Quinto:
Por último, es preciso efectuar el “transporte del paciente”, para lo que será necesario en muchos casos acudir al ingenio y a la improvisación, empleando alguna de las técnicas siguientes:
- Cuando el paciente puede andar, basta con que tome punto de apoyo en un bastón o en una persona. Pero si no puede andar, los procedimientos variarán.
- Si la distancia es corta, se cogerá al herido en brazos y, de ser posible, ayudándose de un pañuelo o correa que, del cuello del portador, pase por debajo del paciente. Caso de permitirlo la lesión, lo más cómodo es llevarlo a cuestas.
- Si sucede a largas distancias y sólo hay un acompañante, entonces se puede improvisar, con mantas y madera, una especie de “trineo” sobre el que puede ir el individuo accidentado.
- Lo conveniente, no obstante, es que haya varios acompañantes, ya que en estos casos se les puede transportar “manualmente” entre dos personas. Basta que con sus manos improvisen un asiento, sea por el método de las tres manos, y otra para sujetar el paciente, o con un asiento formado por cuatro manos cuando el lesionado puede sujetarse a los dos compañeros que le transportan.
- Si el paciente queda sin sentido, será mejor cogerlo del siguiente modo: uno por las rodillas, y otro por debajo de los sobacos. Con mesura para, con los vaivenes, no perjudicarle.
Tenemos que recalcar que estos procedimientos “a mano” no son recomendables, pues, aparte de lo incómodos que resultan, no inmovilizan adecuadamente la región lesionada.
Por todo ello se comprenderá que es preciso forzar el ingenio, pensar en los medios que se tienen a mano (troncos, sacos de dormir, sábanas, bastones, cinturones, cuerdas) por si es posible improvisar una camilla.
Con una sábana puede improvisarse una hamaca, pasando un tronco por los extremos de ella. Asimismo sirviéndose de un abrigo puede “fabricarse” una especie de camilla, pasando unos troncos dentro de las mangas.